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The Education Futures Blog


David Wiley's recent post at Improving Learning got me thinking about the rise of "generative OER" for content creation and customization and how AI is reshaping educational content. He also touches on the idea of "open prompts" and "open weights" as emerging forms of OER, enabling users to adapt content for specific needs. This is great forward thinking, and I think this is where we are headed in the future. However, this shift raises questions about the long-term implications of AI on educational quality and innovation.

Sure, AI can rapidly produce learning materials, but here’s the real question: does this technology truly address the evolving needs of learners?

In emergency situations—like refugee camps or underserved communities with Out-of-School Children (OOSC)—OER generated by AI could be a game-changer, offering much-needed resources. In these contexts, something is better than nothing, and AI’s efficiency could provide essential materials where access is limited or nonexistent. This is one of AI’s most promising uses in education: filling the gaps in areas that traditional educational systems have not been able to reach.

But what happens in more developed countries, where there is already an established educational system and an ecology of resources? Here, the conversation changes. AI-generated content, for all its speed, lacks something crucial: adaptability to the learner’s unique needs. Does AI, working from static information, really push students toward their zone of proximal development—the place where real, meaningful learning happens? Right now, it seems unlikely. While AI can flood the market with content, quantity doesn’t equate to quality or depth.

Maybe we're expecting too much from AI. Instead of trying to make it the all-encompassing solution for every educational setting, we should consider its role in places where resources are scarce. We should start by thinking of AI-driven OER as an emergency solution—a tool for when traditional pedagogy falls short, rather than an outright replacement for traditional pedagogy.

Educators, technologists, and policymakers need to reflect critically on how and where we integrate AI into education. Refugee camps, underserved areas—these are places where AI can make a real difference. But should we allow AI to take center stage in developed educational systems where a teacher-student relationship and human-driven innovation are still key?

The pace of change is accelerating. But, for now, it seems prudent to be cautious. We should explore and experiment with AI’s potential, but exercise caution in positioning it as a cornerstone of content production in mainstream education. That is, for now. The best from AI is yet to come.

Image credit: Piotr Chrobot on Unsplash with modifications.


Versión en español:

IA y los recursos educativos abiertos

¿Una revolución o una solución de emergencia?

El reciente post de David Wiley en Improving Learning me hizo reflexionar sobre el auge de los "REA generativos" para la creación y personalización de contenido y cómo la IA está remodelando el contenido educativo. También toca la idea de "prompts abiertos" y "pesos abiertos" como formas emergentes de REA, lo que permite a los usuarios adaptar el contenido a necesidades específicas. Este es un gran pensamiento de vanguardia, y creo que hacia allí nos dirigimos en el futuro. Sin embargo, este cambio plantea preguntas sobre las implicaciones a largo plazo de la IA en la calidad e innovación educativa.

Claro, la IA puede producir rápidamente materiales de aprendizaje, pero aquí está la verdadera pregunta: ¿realmente esta tecnología aborda las cambiantes necesidades de los estudiantes?

En situaciones de emergencia, como en campamentos de refugiados o comunidades desatendidas con niños fuera de la escuela, los REA generados por IA podrían ser un cambio radical, ofreciendo recursos muy necesarios. En estos contextos, algo es mejor que nada, y la eficiencia de la IA podría proporcionar materiales esenciales donde el acceso es limitado o inexistente. Este es uno de los usos más prometedores de la IA en la educación: llenar los vacíos en áreas donde los sistemas educativos tradicionales no han podido llegar.

Pero, ¿qué pasa en países más desarrollados, donde ya existe un sistema educativo establecido y una ecología de recursos? Aquí, la conversación cambia. El contenido generado por IA, por toda su rapidez, carece de algo crucial: la adaptabilidad a las necesidades únicas del estudiante. Realmente la IA, trabajando a partir de información estática, ¿empuja a los estudiantes hacia su zona de desarrollo próximo, el lugar donde ocurre el aprendizaje real y significativo? Ahora mismo, parece improbable. Aunque la IA puede inundar el mercado con contenido, la cantidad no equivale a la calidad o profundidad.

Quizás estamos esperando demasiado de la IA. En lugar de intentar hacerla la solución total para cada entorno educativo, deberíamos considerar su papel en lugares donde los recursos son escasos. Deberíamos comenzar pensando en los REA impulsados por IA como una solución de emergencia: una herramienta para cuando la pedagogía tradicional no alcanza, más que un reemplazo total de la pedagogía tradicional.

Los educadores, tecnólogos y responsables políticos deben reflexionar críticamente sobre cómo y dónde integramos la IA en la educación. Campamentos de refugiados, áreas desatendidas: estos son lugares donde la IA puede marcar una verdadera diferencia. Pero, ¿deberíamos permitir que la IA tome el protagonismo en sistemas educativos desarrollados donde la relación entre docente y alumno, y la innovación impulsada por humanos siguen siendo clave?

El ritmo del cambio está acelerándose. Pero, por ahora, parece prudente ser cautelosos. Debemos explorar y experimentar con el potencial de la IA, pero con precaución al posicionarla como una piedra angular en la producción de contenido en la educación convencional. Eso es, por ahora. Lo mejor de la IA está por venir.

Crédito de la imagen: Piotr Chrobot en Unsplash con modificaciones.